Danzaterapia

11/02/2019

La danza y la música son dos tipos de arte, que durante mucho tiempo se han llevado súper bien juntas.

cuando escucho la música que me gusta, siento a mi cuerpo responder con varias emociones juntas, las mismas que son manifestadas por mi estado de ánimo, y con la actividad que ejerce mi cuerpo en movimiento.

El expresar mis emociones junto a la música y al movimiento de mi cuerpo, se puede determinar como danza?

Recuerdo que cuando era pequeña, me gustaba mucho bailar, sobre todo ritmos tropicales y nacionales; todos los días sábados era un despertar con cada ritmo que a mis padres les gustaba, como por ejemplo: boleros, cumbias, rancheras y hasta himnos del ejército entre otros ritmos que siempre estuvieron presentes en diario vivir, crecí amando cada ritmo escuchado y en celebraciones familiares, yo bailaba y bailaba hasta quedar agotada y quedarme dormida donde mi cuerpo se acomodaba.

Pasaron los años y la música junto con el baile eran mis mejores amigos, yo casi no salía de casa, era bastante introvertida, pero sin embargo me encantaba perfeccionar pasos de baile y coreografías que veía en los vídeos musicales de ese entonces, los que eran transmitidos por la televisión a blanco/negro y luego a color.

cuando era adolescente bailaba los nuevos ritmos latinoamericanos o americanos de grupos juveniles y de cantantes independientes, era como descargar sentimientos y frustraciones que invadían mi mente y corazón, con cada ritmo y con cada movimiento liberaba de mi interior sentimientos dolorosos que había alojado por tanto tiempo, pero también disfrutaba de la música romántica acordándome del chico que robó e invadió mi vida... mi esposo, la música romántica apareció en mi repertorio y un ritmo sensual invadía mi cuerpo para disfrutarlo con el amor de mi vida, al inicio en silencio e imaginariamente y después de algunos años se hizo realidad,él estaba junto a mí, bailando conmigo un ritmo que me alegraba mucho y que él no quería bailar por vergüenza...una canción tan popular en nuestra ciudad... "el Chulla Quiteño", pues sí, esa canción marcó muchos recuerdos bonitos en mi vida junto a mi amor, porque fue una declaración sin palabras, "fue un decirle me gusta disfrutar junto a Tí", pero con la alegría del compartir y la euforia de las fiestas.

Luego de esa fecha, vinieron otras más en donde yo solamente era una amiga, una niña para sus ojos, pero en cada baile que le acompañaba yo entregaba mi amor por el ritmo, la música y el baile.

en la edad universitaria, también la música fue mi apoyo, amiga, siempre estuvo conmigo y el baile fue la pasión que me encaminó la vida a buscar como a través de este recurso pude ser feliz y siempre lo quise compartir con otros.

En el año 1994, lo imposible se hizo realidad, el Vida fue, es y será mi compañero de baile todo el resto de mi vida.

Un día nos invitaron a los estudiantes de 3er año de facultad, a la Casa de la Cultura Ecuatoriana a presenciar un espectáculo donde casi no hubo gente espectadora, pero hubo mucha alegría de vivir, en cada movimiento de los bailarines se podía percibir la felicidad y el esfuerzo que ponían para cumplir con su obra: La Sinfonía Inconclusa del mar, fue la mejor obra que pude haber observado y participado como espectadora y lo mejor de todo eran los bailarines, niños y niñas con problemas motores que me inyectaban felicidad.

Ese fue el día en que Dios me dejó ver por donde debo ir en mi carrera de Psicóloga, los niños especiales, con parálisis cerebral infantil o problemas motores. Esta fue la meta y lo conseguí. Me gradué como Psicóloga Infantil y Psicorehabilitadora con una técnica psicoterapéutica para mejorar el rendimiento de los niños y niñas en edad escolar.

Mis tesoros, mis amores como yo les llamo a mis hijos, fueron mi motivación para seguir adelante y conseguir las metas planteadas en el campo laboral.

cuando el amor de DIOS está en cada uno de nosotros, podemos ver las cosas con armonía y felicidad pese a los problemas que se puedan tener.

Estoy convencida que la música y el baile en mi vida marcaron la estrategia de control emocional, que me permitió ser estable en mi personalidad para lograr compartirla en familia y en mi profesión.